Miedo… ¿a morir o a VIVIR?


Tiempo ha que estamos atolondrados, aturdidos, poseídos por un miedo inefable, transparente, invisible e intangible, pero presente, muy, pero que muy presente.

Miedo poderoso, intimidante y paralizante…

Miedo que lentamente, noticia a noticia, alarma tras alarma, ola siguiendo a ola, penetra e impregna todas y cada una de las células de tu cuerpo, de tu mente, de tu ser.

Miedo que lentamente, y no tanto, va inhibiendo tu capacidad de respuesta, de análisis, de comprensión.

Miedo, que una vez instalado cual veneno ponzoñoso, te encargas de retransmitir a través de tu palabra en tu entorno, contaminándolo.


Y, llegados a este punto deberías preguntarte:

¿de qué, y por qué tengo este miedo?

Aquí salen las respuestas tópicas: que si a la enfermedad, a sufrir, a morir…, que es normal tenerlos, que a nadie le gusta sufrir, etc.

Siendo usuales las respuestas, uno tendría que pararse un instante, reflexionar y ver si conoces personalmente a alguien que viva eternamente.

Si la respuesta es si; no sigas leyendo, esta reflexión no es para ti.

Pero, si es no, sabiendo que nadie quiere morirse, lo cierto es que no vas a quedarte aquí para simiente.

Por lo tanto, si lo absolutamente seguro es que; mejor más tarde que temprano, vas a morir…

¿Por qué preocuparte tanto por la muerte? 

¿Por qué contribuir a expandir este miedo? 

¿Por qué tenerlo? ([i])

Porque de niño y adolescente, a través de todo tu aprendizaje como futuro humano has recibido una gran cantidad de condicionamientos sutiles que siguen impregnando toda tu percepción, tu manera de sentir y pensar, y por ende tu manera de reaccionar.

Todo lo que crees que sabes es fruto de una serie de acuerdos ([ii]) que toda la sociedad (padres, maestros, familia, medios, etc.) ha ido destilando día a día para ti, lo mismo que antes se hizo para todos ellos.

Has aprendido gracias a estos acuerdos a relacionarte con tu entorno utilizando esta simbología común para poder comunicarte y expresarte.

Fruto de este condicionamiento aprendido percibes lo que sucede según tu punto de vista, olvidando que “solo” es esto: un punto de vista personal (aunque lo compartas con tu grupo de personas); el árbol seguirá siendo un árbol a pesar de que lo llamases tronco, flor o roca.

Como consecuencia de este sistema de acuerdos percibes la realidad y la filtras, como si fuese a través de unas gafas, según el “color” de tu animo, pensamientos e informaciones / desinformaciones que llegan a ti.

Y, como eres un ser sociable, todo aquello que sucede a tu alrededor te afecta y condiciona.

El constante goteo de  noticias, bulos, redes, dimes y diretes, lógicamente incide directamente sobre tu percepción de miedo, aumentándolo hasta limites difícilmente manejables.

Y cuando esto ocurre surge el estrés, si no es algo más profundo como la angustia o la depresión.

Así estos malestares (mal-estar = estar mal) te conducen inexorablemente a no vivir como debieras y quisieras. Porque cuando estas mal; ¡no estas bien! Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero es evidente. Y, si no estas bien, ¿puedes decir que vives bien? Evidentemente no.

Esto nos lleva a ver la relación directa entre miedo y malvivir, no vivir.

¿O acaso malvivir es vivir? VIVIR, en mayúsculas, es, debe ser, algo más que encadenar días, semanas, años, esperando que algo / alguien solvente tu “papeleta” y tu puedas seguir mirando para otra parte sin tomar cartas en el asunto, tu asunto, sin responsabilizarte de tu vida, de tus elecciones, de tus decisiones; aquellas que condicionan tu vida, tu salud, tu bienestar, tu felicidad.

Entonces, ¿lo que te da miedo es morir? ¿o lo que te da miedo es VIVIR?

Ya que, si te atrevieses a vivir, lo primero que deberías hacer es cuestionar todos los datos que impulsan tus miedos y cuestionarte a ti mismo en tus aparentemente “propias” decisiones. Puesto que, como hemos visto antes, tus decisiones están condicionadas por este aprendizaje.

Y, si empiezas a preguntarte, a indagar, a reflexionar y contrastar pareceres; entonces comienza a desaparecer la infalibilidad, la certeza absoluta de que eres detentor de la verdad suprema y única. Aparece como por arte de magia un enorme abanico de posibilidades infinitas, de opciones, de caminos no trillados por los cuales discurrir. 

¡Y en este nuevo comienzo puedes elegir, puedes decidir, puedes dirigir tú tu vida!

Por supuesto puedes equivocarte, y rectificar, ya que este es nuestro mejor sistema de enseñanza. Puedes elegir un rumbo, una dirección, y, si no te place, cambiar sobre la marcha.

¡Puedes ejercer tu sagrado derecho a tomar tus propias sendas, puedes en definitiva ejercer tu libertad!

O, lo que es lo mismo ¡VIVIR!

Este camino, francamente, requiere coraje y valor para enfrentarse a los propios miedos, al que dirán, a lo desconocido, a salir de tu mal llamada zona de confort.

Es pues un camino para nobles guerreros; entendiendo al guerrero como aquel que esta en lucha con sus debilidades y contrasentidos, el que ha decidido tomarse a si mismo en consideración, y; considerándose, decide que es merecedor de su más alta estima (autoimagen, autovaloración y autoestima).

No es pues un camino para pusilánimes, para cobardes, para resignados a aguantar lo que les echen, sea quien fuese que lo echara.

Es un camino para valientes que quieran coger su propia vida entre sus manos y conducirla hacia la plenitud, hacia todo lo que te queda por avanzar, por investigar, por descubrir.

Si has leído hasta aquí, puede ser que ahora estés molesto conmigo por haber sacudido tu andamiaje. No importa; el tema no es conmigo, es contigo mismo y con tu decisión. Puedes mirar hacia adentro, y, con honestidad, humildad, sin autoengaños, decidir.

Puedes reaccionar (simplemente responder a un estimulo, exterior o interno, sin iniciativa por tu parte) o bien ACTUAR, ser el motor, el conductor, el artífice de tus elecciones y decisiones, el director de tu propia vida. 

Esto significa SER LIBRE, no esclavo de viejos condicionamientos limitadores. 

Implica ser un SER HUMANO, una persona, un CIUDADANO de pleno derecho (en la acepción más noble de la antigua Grecia) aquel que es capaz de gobernarse a si mismo, y que a la vez asume su responsabilidad para con la humanidad. 

Ante ti se ofrece ahora esta elección: 

  • Seguir mirando hacia otro lado.
  • Ponerte en marcha y VIVIR.

¿TE ATREVES?


[i] Y, evidentemente, como expuse en mi reflexión anterior [https://miquelbru.com/2020/05/25/miedo-que-miedo/], no estoy hablando de un miedo natural que te puede servir para salvar tu vida; estoy hablando de este miedo paralizante.

[ii] A esto lo llamaremos árbol, a esto coche, etc. El “árbol” es real, el nombre que le ponemos es un acuerdo, lo que hemos acordado conjuntamente; y solo es “realidad” para el grupo de personas que hablan tu mismo idioma. Si solo hablaras ingles, francés o ruso, este nombre no significaría nada para ti; aunque el árbol seguiría siendo real.

Acerca de Miquel Bru

Me dedico al bienestar integral de la persona tanto en el entorno empresarial como a particulares. Coach y formador, Creador y Terapeuta del método: "Acompañamiento Personal" ©. Creador y conductor de diferentes seminarios de Crecimiento Personal desde hace años: “En busca del Maestro Interno”, “Superando la Muerte”, “El botiquín Interno de la Salud”, “Psico-Bio-Generadores: Chakras”. Creador del "Sistema Y'Un" ©, profesor de Zen desde 1986 en la línea Dürckheim (temáticos de Zazen), Hipnoterapeuta, Trainer en Control Mental y técnicas de relajación-meditación (temáticos de meditación) además de maestro de Reiki. Desde 2004 hasta 2013 Gerente del Centro Mosaic en el Principado de Andorra, el cual está dirigido al crecimiento holístico de la persona. Dirijo desde 2009 Mosaic Empresa, dedicada al trabajo de superación y crecimiento a todos los niveles (empresarial, humano, consecución de objetivos, rentabilidad, etc.) tanto de los responsables como de la empresa en sí. Realizo conferencias, seminarios y cursos en diferentes lugares.
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