
¡Soy libre, escojo, estoy motivado!
«Reflexión sobre la manera de tomarnos la vida»
Estamos en plenas vacaciones o acabándolas, o a punto de hacerlo!
«¡Madre mía!» Ya me está cogiendo la angustia, estoy tenso y nervioso por tener que ir de nuevo al trabajo, tengo pocas ganas de ir, etc.
Han sentido ustedes, con más o menos intensidad, los síntomas de estrés post vacacional?
Deberíamos, en primer lugar, hacer una reflexión sobre el porqué de este malestar.
Nuestra sociedad del entretenimiento nos ha llevado a pensar, creo que erróneamente, que la sociedad del bienestar (logro positivo y envidiable del continente europeo) era/ es la sociedad de estar constantemente y en todo lugar entretenidos/ divertidos/ ocupados. Esto nos ha llevado a perseguir siempre el estar «ocupados/ haciendo cosas», como si lo importante fuera el no parar, la cantidad y no la calidad de nuestra vivencia.
Así, había que ir más lejos que el vecino de vacaciones o a un lugar más exótico, hacer muchas, cada vez más, actividades para, de esta forma, en este no parar constante, no tener tiempos «perdidos». Aunque ahora, con la crisis, hemos bajado el ritmo y quizá no nos vayamos ni tan lejos ni tantas veces, la tendencia continúa.
¿Donde nos ha llevado esta manera de hacer? A no mirar adentro, a no buscar la calidad de nuestras vivencias, a no sentirnos llenos y satisfechos. Y así volvemos la mayoría de las veces de estos «entretenimientos» cansados, agotados, no satisfechos y «vacíos».
¿Que necesitamos pues para evitar sentir todos estos síntomas? Necesitamos afrontar el retorno, y todo el tiempo libre, con otra disposición de espíritu, otra actitud, y sobretodo otra manera de hacer.
En primer lugar necesitamos «pararnos», hacer una pausa. Y eso ya es en sí bastante difícil por falta de costumbre, de práctica. Tener tiempo para poder sentirme, ya que si no me paro no podré sentir, es la primera clave para el éxito.
Aprender a tomarme tiempo para mí.
En segundo lugar sentir que quiero (realmente) hacer. ¿Me apetece hacer esto que estoy o están programando? Para que estas actividades no se conviertan en una huida de uno mismo, una excusa para no verme ¡hay que sentir, sentirse, sentirme!
Aprender a observarme honestamente, sin engaños.
En tercer decidir que quiero hacer que realmente deseo hacer y me llena, me hace ser mejor que antes de hacerlo. No simplemente «llenar» el tiempo y el espacio de ocio, sino aquello que me permite tener más bienestar interno y Ser más yo mismo, encontrarme en orden.
Aprender a elegir de manera equilibrada.
En cuarto, actuar de forma coherente con lo que he elegido. Si decido que quiero hacer, o no, tal cosa, ser consecuente con uno mismo y no quejarme de si hago o dejo de hacer. ¡He decidido de forma voluntaria, sin que nada ni nadie me fuerce, lo que hago! No hace falta, en consecuencia, que me lamente o queje si estoy cansado, tengo malestar o falta de ganas de trabajar.
Ser coherente y consecuente.
En estos cuatro puntos anteriores, el pararme, observarme y sentirme, elegir/ decidir, y el ser coherente y consecuente, NO estoy hablando únicamente del tiempo libre, sino que sobretodo estoy hablando de hacer de toda tu vida (incluido tu trabajo) una elección profunda de lo que quieres a fin de que en todo momento estés contento y satisfecho de lo que haces, y en consecuencia, no tengas ninguna necesidad de quejarte, lamentarte, sentirte nervioso o estresado por tener que trabajar (u otra cosa que hayas decidido hacer).
¿Si estoy haciendo lo que quiero, me quejaré, estaré nervioso o estresado, tendré pocas o nulas ganas de trabajar? ¡Pues no!
Y no es por que ahora con la crisis haya menos trabajo que necesitemos «aguantarnos», y hacer lo que no quiero hacer, pues no. Ahora, como siempre, lo que se necesita, lo que ha sido necesario siempre, es hacer aquello que deseo hacer, ya que soy libre… y, sin prisas ni límites, buscar y encontrar lo que me llena.
De esta manera siempre tendré motivación extra para trabajar, hacer alguna actividad, o tomarme el tiempo para sentirme y crecer internamente.


