NOTA (del redactor): Publicado en el diario “Bon Día” el 12.05.16

(los hechos acaecidos desde entonces parecen darle la razón)

Elección: ¿cerrarse o abrirse?

A priori parecería bastante evidente y cantada la respuesta.

¿A qué nivel: personal, empresarial… humano?

Ahora, desde hace ya un cierto tiempo, escuchamos por muchas partes voces populistas que claman por volver a viejas prácticas de cierre, de aislamiento y fortificaciones ¿a nivel de empresa que sería conveniente? ¿Que necesitamos? ¿Y a nivel personal?

Cerrarse, volver a las conocidas prácticas proteccionistas poniendo obstáculos y barreras para «sentirnos seguros» puede parecer a priori una buena solución. Impedir de manera artificial la libre competencia, de forma más o menos evidente, puede hacer que de manera momentánea desaparezcan ciertos problemas.

Pero, ¿los resuelve? Tenemos, cerca y lejos, multitud de ejemplos de países que han vivido de manera autárquica encerrados sobre sí mismos, y esta manera de hacer no les ha llevado a un mejor nivel de bienestar.

Lo mismo sucede en las empresas: ¡tenemos muchos casos de empresas «de éxito» con una cifra de negocio importante que, bien por no saber, por no poder o por no atreverse a abrirse han desaparecido!

Cerrarse, o No abrirse (el resultado es el mismo) NO permite que TODO lo nuevo que podría permitirnos explorar nuevos mercados, nuevas maneras de hacer y/o producir, nos llegue. Quedarnos cerrados nos impide dar lo mejor de nosotros, no nos permite explorar todo nuestro potencial, ya que «creemos que ya lo sabemos todo, y que lo hacemos bastante bien, ¡como siempre lo hemos hecho!»

Parece bastante evidente pues que encerrarse dentro de la propia cáscara (aquella zona de confort que nos da sensación de seguridad y control) NO es la solución!

Esta zona de confort, como todos ustedes saben, es aquella zona en la que nos sentimos cómodos, aquella zona en la que siempre hemos transitado, que no requiere demasiado esfuerzo y en la que no tenemos demasiados miedos.

Ahora, que entre Europa y Estados Unidos de Norteamérica se está negociando el acuerdo de Asociación Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP en sus siglas en inglés) ¡parece claro pues que lo que hay es abrirse!

Abrirse a nuevas maneras de hacer, o al menos permitirse explorar nuevas vías sin perder ni nuestra esencia ni nuestras tradiciones, nos permitirá ver las posibles mejoras que podemos aplicar en nuestra empresa.

Mejorar no significa que lo hayamos estado «haciendo mal» hasta ahora, no. Significa que podemos hacerlo mejor, de manera más efectiva y rentable.

Abrirse significa no tener unos puntos de vista rígidos e inalterables al cambio, pase lo que pase.

Significa no estar esclerosado, ligado mentalmente a unos patrones de conducta que, aunque hayan funcionado en el pasado, ya NO son los adecuados en este momento.

Significa NO tener miedo de ponerse a prueba, no tener miedo a hacer un esfuerzo de cambio, no tener miedo a cuestionarse y superarse, incluso a equivocarse y rectificar.

Significa tener voluntad de superación.

Significa tener ganas de practicar a pesar de las dificultades y/o el cansancio, los obstáculos y las resistencias, propias y ajenas.

¡Significa PRACTICAR! ¡Significa APRENDER!

NO significa aceptarlo todo, cogerlo todo sin discriminar, sin reflexión, simplemente porque es «nuevo».

Como en el caso del TTIP, necesitamos reflexionar, ver pros y contras, negociar con firmeza pero con elasticidad, y llegar a un compromiso donde todo el mundo sea ganador.

Como en el caso anterior, necesitamos negociar con nosotros mismos o con nuestros socios y/o colaboradores las mejores soluciones posibles.

Y cuando digo empresa digo Institución Publica, Gran Empresa, PYME o autónomo, o trabajador por cuenta ajena, ya que todos nosotros somos responsables de nosotros mismos.

Y dentro de la empresa ¿quién toma las decisiones? : ¡Personas, siempre personas!

Así lo que necesitamos es que los dirigentes, los directivos y las personas que tienen que tomar las decisiones tengan esta capacidad / aprendizaje de apertura.