Todos sabemos, por desgracia, a que me estoy refiriendo.
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.»
(Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948).
Quisiera reflexionar sobre estos tres magníficos e irrenunciables principios del título.
Vaya por delante que cualquier atentado o intento de vulnerar o mermar estos derechos es un atentado en contra de TODA la humanidad.
Estos tres principios se han convertido, desde hace tiempo ya, en ideales y objetivos a alcanzar para todos los amantes de los derechos humanos y de las libertades.
Ideales a alcanzar, puesto que, aunque la declaración universal de los derechos humanos los consagre, no están alcanzados en su plenitud ni para siempre, ni en todas partes ni en ninguna. Se tienen que ir cultivando, cuidando y mimando para hacerlos crecer cada día más. Como todo ideal, es un fin, un objetivo hacia el cual podemos ir dirigiendo nuestros pasos.
Para ir haciéndolo necesitamos ser y estar:
- Vigilantes y atentos para no caer en contradicciones, ni personal ni colectivamente.
- Activos en su desarrollo, no pasivos como si no «fuese con nosotros».
- Cuidadosos de empezar en y con nosotros mismos.
- Participativos en todos los campos posibles.
- Y, sobre todo, honestos y sinceros, no hipócritas y «fariseos».
¿Qué quiero decir con esta ultima frase?
¡Voy a intentar explicarme! No basta con hacer una solemne declaración y después comportarse exactamente en contra. Y este contrasentido sucede en muchos campos, casi en todos los de las relaciones humanas, tanto a nivel individual como colectivo y entre naciones.
- Es maravilloso proclamar la Libertad, pero no lo es tanto recortar nuestros derechos, aunque sea en nombre de la seguridad.
- Es magnífico asegurar la Igualdad, pero no lo es pagar salarios inferiores en razón de género, ni discriminar por orígenes sociales o económicos, ni tan siquiera por circunstancias desfavorables, etc.
- Es realmente estimulante hablar de Fraternidad, pero no lo es en absoluto ver el egoísmo y la avaricia manifestarse en muchos campos y momentos diversos (cuando uno no paga el IVA, cuando le devuelven cambio de más y uno no dice nada, cuando uno intenta «colarse» en una cola, cuando hacemos ver que el problema de los desplazados no es nuestro, cuando somos insolidarios, cuando como países abusamos de una situación de poder para imponer nuestros criterios u obtener privilegios, cuando como empresa abusamos de una situación de dominio en el mercado a fin de eliminar con «malas artes» la competencia, etc., etc., etc.).
Vemos con estos pocos ejemplos que nos queda un largo camino por recorrer. Un camino a todos los niveles:
- Personal e intransferible.
- Colectivo, social.
- Como naciones y países.
Esto no significa que debamos «bajar los brazos», dejarnos ir y no hacer nada.
Más bien al contrario. Necesitamos redoblar esfuerzos, necesitamos practicar lo que decía antes: Vigilantes y atentos para no caer en contradicciones… Activos… no pasivos como si no «fuese con nosotros»…
Pongo aquí un link a la Declaración de los Derechos…, así como otro a la Declaración francesa de los derechos del hombre y del ciudadano:
Declaracion_Univ_Derechos_Humanos.
declaration-des-droits-de-l-homme-et-du-citoyen-de-1789
Sería bastante interesante y educativo para todos que, como recomendaba ya la ONU en 1948, el texto fuera «distribuido, expuesto, leído y comentado en las escuelas…» y en todas partes, que cada uno de nosotros lo hiciera suyo y se dedicase a reflexionar primero y a compaginar luego sus acciones con el texto.
Así NO sería un texto histórico que iríamos pasando de generación en generación, sino que SERA (si lo hacemos) un texto vivo e inspirador que puede guiar toda nuestra «civilización» hacia este Ideal maravilloso.
Para ello será necesario dejar de lado el lógico y humano miedo y cultivar, digo bien cultivar, la Fraternidad.
Esta fraternidad que significa literalmente aquello que dice: que somos hermanos en origen y podemos/debemos cultivar esta hermandad/fraternidad desde el Respeto (sí, con mayúscula ya que significa el respeto a todo: a la vida, a la diferencia, etc.) , desde la dignidad, desde el amor, desde la paz…, desde la observancia de los tres magníficos principios mencionados en el título. Principios, que como ideales que son nos tienen que guiar como una luz a través de todos los momentos difíciles y duros como éste, a través de la oscuridad…
LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.



