No es un error o una repetición automática del texto. No ¡es una repetición voluntaria y buscada para poner énfasis en esta mas que nunca necesaria practica !
Siguiendo mi línea editorial, que persigue dotarnos de la consciencia suficiente para dejar de ser víctimas de las circunstancias (sean cuales fuesen) y así convertirse uno en actor y director de su propia vida, en este artículo deseo hacer hincapié en algo que ya he señalado en otras ocasiones: la necesaria e imprescindible práctica.
Parecería evidente que es necesaria pero, si damos un vistazo a nuestro alrededor, nos resultará bastante obvio que en conjunto no tenemos mucha consciencia de la necesidad del esfuerzo.
Solamente hay que ver distintos programas televisivos, escuchar alguna tertulia, participar en alguna conversación de café, ver las expectativas de nuestros amigos y compañeros de trabajo, o bien fijarse en casi todos los anuncios; para darse cuenta del énfasis que ponen todos ellos en la facilidad, en la creencia de que todo vendrá solo y que «los demás y/o la sociedad me lo deben». Escuchándolos parecería que no hay que hacer nada para conseguir los propios objetivos, que no hay que practicar nada y que lo mejor que puedo y debo hacer es esperar a que «me toque la lotería» (sea cual sea). O peor aún, como pertenecemos a un pueblo muy espabilado, que cada uno «se busque la vida» de muchas maneras, poco o nada éticas.
Con esta cultura del No-esfuerzo, del «me lo deben», del «ya veremos mañana», con esta alabanza al no perseverar, con todo este caldo de cultivo, no es de extrañar que vayamos desarrollando una sociedad «de asistidos» en la que parece que todo, o casi todo, tenga que ser resuelto por «el Papa Estado».
No tengo nada en contra de los derechos sociales duramente adquiridos, al contrario, pero aquello que quiero reseñar es que para nada tienen que ser contradictorias la cultura del esfuerzo, de la perseverancia, de la búsqueda de la superación y excelencia con tener una sociedad equilibrada cuidadosa de las necesidades de los más desfavorecidos.
En estos decenios (no tantos) de bonanza económica, con esta cultura del dinero fácil y del todo vale, se ha impregnado nuestra vida de la cultura del «relax», la búsqueda del entretenimiento y la asunción del «síndrome del fin de semana»: parecería que los días de trabajo (y esto cuando la persona hace realmente algo que se pueda considerar trabajo; no dejar pasar el tiempo) sólo son un paréntesis malvivido entre fines de semana.
Nos hemos instalado colectivamente en una «zona de confort»: termino suficientemente conocido que nos indica inmovilidad, pérdida de iniciativa y miedo a los cambios y nuevas iniciativas …
Hemos perdido en el camino valores que permitieron a las generaciones anteriores avanzar desde condiciones precarias a este nivel de bienestar más o menos global que disfrutamos ahora. Bienestar mejorable y generalizable, por supuesto.
Valores y cultura del necesario esfuerzo para alcanzar los objetivos, propios y colectivos.
Esfuerzo que significa ganas reales de llegar donde uno se propone, consciencia de que nada llega por “arte de magia” y que es necesaria una causa para que se produzca un efecto.
¿Deseo obtener el resultado? ¿Deseo que el efecto se produzca?
Si es así necesito individualmente, necesitamos colectivamente, recuperar el valor del esfuerzo. Hay que reaprender a tener muy presente la necesaria práctica.
Necesitamos recordar que para cualquier cosa que hayamos hecho, solos o en grupo, nos ha sido absolutamente necesaria e imprescindible la práctica.
¿No lo recuerdan?
¿Cómo aprendieron a caminar, a escribir, a contar, a montar en bicicleta, a …?
¡Para cualquier cosa que hayamos aprendido ha sido necesaria la práctica!
¿Porque habría que tenerla ahora descuidada y menospreciada?
Si no tienen ustedes la absoluta certeza de que les va a tocar la lotería (y, por sencillo cálculo de probabilidades, no pueden tener esta certeza), les recomiendo e invito a recuperar la muy digna cultura del esfuerzo razonable, la consciencia de la necesaria práctica para superar lo que sea necesario, para aprender, para avanzar, para mejorar, para devenir excelente.
Como un buen vino, que mejora con el tiempo y necesita del esfuerzo y práctica de manos entendidas para llegar a dar todo su potencial, todos nosotros con el tiempo, el propio esfuerzo, la ayuda de manos entendidas, y la practica de las técnicas necesarias llegaremos a ser «un buen reserva» o incluso «un gran reserva».
¡Les invito a dar lo mejor de ustedes mismos, a revelar todo su potencial !




