Quizá, para algunos, el paréntesis podrá ser el tiempo de vacaciones. Puede que para otros alguna actividad de ocio o pasatiempo después de la actividad diaria o durante el fin de semana. O bien, no hacer nada y dejar pasar el tiempo sin prisas… Simplemente estar en algún lugar o con alguien. Tantas y tantas maneras diferentes y personales de buscar esa paz anhelada…
Todavía para alguien más este paréntesis se encontrará en la búsqueda del equilibrio y la paz interior. En la búsqueda de este lugar de paz que cada uno de nosotros tiene en su interior y que hay que saber encontrar y mantener. Este lugar de paz que resulta inalterable e inamovible. Lugar que, una vez alcanzado y debidamente mantenido, no es dañado con los diferentes «bandazos» que la vida nos reserva.
Me parece bastante evidente que, a pesar de que el objetivo sea similar, el resultado será bastante diferente en intensidad y duración.
Buscar, y tal vez encontrar, un instante más o menos largo de paz en el ocio o pasatiempo no deja de ser una búsqueda externa: buscar fuera de uno mismo a través de un entretenimiento algo que me distraiga, que me haga olvidar, aunque sea por unos instantes, de los problemas cotidianos.
Entiéndanme bien, no tengo absolutamente nada en contra de los diversos pasatiempos. Al contrario, pueden ser muy útiles en muchos aspectos. Practicar gimnasia o alguna actividad física bien hecha puede tener resultados maravillosos en el campo físico, emocional y mental por ejemplo. Otros pasatiempos pueden resultar igualmente muy satisfactorios.
Así, la intensidad variará en función del grado de implicación en la actividad.
Todos estos pasatiempos tienen, sin embargo, una cierta duración y fecha de caducidad: una vez consumidos dejan de hacer afecto. Y, si uno quiere seguir manteniendo estos efectos hay que seguir practicando este pasatiempo. El ejemplo que se me ocurre es el de la aspirina: si tengo dolor de cabeza y me tomo una, el dolor se marcha; pero si no voy a la raíz del problema y curo las causas que producen el dolor de cabeza, este volverá en cuanto hayan desaparecido los efectos de la aspirina.
Nos podemos convertir en adictos a esta ocupación, nos podemos oír decir: «estoy muy ocupado, no tengo tiempo para nada, ni para mí mismo».
Así, si no quiero ir saltando de tiempo de preocupación a tiempo de evasión, de tiempo de malestar a tiempo de «paz» habrá que encontrar algo más. Este tiempo de «paz» lo he puesto entre comillas ya que puede ser muy discutible hablar de paz, puesto que en una mayoría de casos será una simple pausa en medio de un constante movimiento de altibajos.
Si lo que quiero es encontrar una Paz que no sea un paréntesis, una pausa o un interludio en medio de una cacofonía de estrés y malestar, si no quiero devenir «adicto» al ocio o pasatiempos, y entrar en una espiral de actividades frenéticas que me lleven a estar siempre «ocupado» ¡ habrá que salirse de este bucle y sobre todo cambiar de actitud !
Este cambio de actitud es fundamental para conseguir que el paréntesis de Paz en medio del bullicio deje de ser un paréntesis y se convierta en un estado permanente.
Un estado permanente de Paz interior en medio de cualquier tipo de actividad que lleve a cabo: un Lugar!
No un Lugar físico en el que uno está (sea ocio, pasatiempo, persona, actividad, etc.).
Este Sitio del que hablaba antes y que nos sirve de «refugio», «de oasis» en medio de los contratiempos diversos. Lugar que me permite sentirme «en Casa» en medio de una negociación o en cualquier actividad o trabajo en el que me encuentre inmerso.
Y no hablo de volverme duro o de ser pasivo e indiferente ante aquello que sucede. Al contrario: se trata de ser sensible, activo, solidario e involucrado con nuestro tiempo.
Y sobre todo de estar involucrado con uno mismo!
Hablo de encontrar, gracias a este cambio de actitud fundamental, una «nueva manera de hacer, una nueva manera de estar, ¡ pero sobre todo una nueva manera de ser !«
Una nueva manera de ser que nos permite hacer de manera diferente, estar de manera diferente.
Esta nueva actitud vendrá de trabajar con constancia, disciplina, dedicación y seriedad sobre todos los aspectos de uno mismo que no nos resultan claros (a pesar de parecerlo), de buscar con humildad y honradez todas aquellas «cosas» que nos llevan al conflicto interno. Podrá resultar complicado y difícil muchas veces, ya que estamos acostumbrados de siempre a ver sólo aquello que nos resulta bonito y gratificante para nuestro ego, y a dejar de lado todos los aspectos de uno mismo que no sean tan «placenteros y dulces».
Hay que «sentarse en silencio», mirar, mirarse y ver todo lo que necesita ser cambiado. Todo aquello que se haya convertido en un freno a nuestro crecimiento, y en definitiva, a nuestra Paz Interior profunda y definitiva.
Aquí, la gran, humilde y maravillosa herramienta práctica que es el Zazen (meditación en el Espíritu del Zen) nos resultará de una utilidad extraordinaria ya que nos facilita el ponernos enfrente nuestro y mirar, mirarnos, y poder ver, vernos.



