¿Que es un Santo?
Evidentemente es un concepto suficientemente documentado en el ámbito religioso y reseño a continuación algunos aspectos de la misma:
«Propio de Dios o de lo consagrado o dedicado a Dios. La Santísima Trinidad. El santo nombre de Dios. Que es venerable por algún motivo de religión. Conforme a la religión. Una vida santa. En el mundo cristiano, se dice de la persona a la cual la Iglesia declara como tal, y manda que se le dé culto universalmente. Sagrado, inviolable».
Pero yo, hoy y aquí, quiero hablar sobretodo de todos los «santos y santas» de cada día, todas aquellas personas que de forma anónima, sin aspavientos ni ningún tipo de vanagloria, hacen que este mundo sea un lugar mejor. De todos y todas los que hacen que poco a poco vayamos creciendo y mejorando como personas y como sociedad.
También de todos aquellos que sorteando las dificultades de este «tiempo de crisis» animan y sostienen a amigos, familiares y/o desconocidos permitiéndoles «sobrevivir» en su día a día.
Aquí podríamos aplicar una parte de las definiciones del diccionario referidas a aspectos menos religiosos, mas generales y al mismo tiempo cotidianos:
«Justo, piadoso, recto. Dicho de una persona: de especial virtud y ejemplo. Exento de toda culpa, de toda impureza. Conforme a la ley moral. Que implica perfección espiritual. Dicho de una cosa: que trae al hombre especial provecho».
Así pues podríamos aplicar (de manera generosa) el calificativo de «San/ Santa» a todas las personas que de forma ejemplar (aunque sea anónima y desconocida para la mayoría) tienen una actitud y un comportamiento digno de estas definiciones anteriores.
Todas las personas que actúan de forma recta y justa, que tienen unos preceptos morales y éticos que les hacen comportarse de manera virtuosa y exenta de impureza, todos aquellos que tienen unos principios espirituales (en el sentido amplio), podrían incluirse dentro de esta categoría. Asimismo también podríamos introducir a todos/ todas aquellos que hacen «algo» que traiga al hombre (el ser humano) especial provecho».
Quedarían excluidas de esta definición de «Santo/ Santa» todas aquellas personas que hacen algo por: cálculo, por interés, como «inversión»: dar con idea de recoger, por el que dirán, para quedar bien, para sentirse bien , por sentimiento de culpa, por hipocresía, etc. En definitiva aquellos que no lo hacen de manera sincera y altruista, aquellos que lo hacen de manera impura y ¡NO desde el corazón!
Estos «santos y santas» de cada día son muchos, muchísimos, y cada día son más numerosos, más solidarios y más necesarios. Y la más importante virtud de todos ellos/ ellas es que en la mayoría de casos pasan desapercibidos.
En este momento histórico en que la sociedad en general esta «contaminada» por el virus y la necesidad enfermiza de querer figurar, de hacerse ver y de salir en cualquier medio audiovisual aunque sea por motivos deplorables, la «invisibilidad» de nuestros «santos y santas» de cada día es su principal contribución a todos nosotros.
Reivindico esta «invisibilidad», esta manera de hacer sin pretensiones, sin protagonismo, sin histrionismo.
Reivindico la manera de hacer paciente, altruista y generosa de nuestros «santos y santas» de cada día.
Esta manera de hacer que vuelve al Ser Humano (en mayúsculas: digno de este nombre): Sagrado, inviolable: es decir propio de aquello «Que es venerable por el motivo que sea». Aquello que lo hace digno de lo más elevado que hay dentro del Ser humano y que lo aparta de lo más bajo e indigno que (por desgracia) coexiste dentro de cada uno nosotros.
Reivindico y sugiero una iniciativa legislativa popular para hacer (con las leyes que sean necesarias) Sagrado e inviolable el estatus jurídico y social «de nuestros santos y santas de cada día».
De manera que nunca más nadie, en ningún momento, pueda decir: «es demasiado bueno, es tontito». Que no se confunda el altruismo y la entrega a los demás con el aburrimiento o el no saber hacer por y para uno mismo.
Hoy, día en que escribo, es santa Juliá, y mañana, día en que ustedes lo leerán, es santa Carmen, aprovecho pues para alabar/ loar estas dos «santas» y les animo a todos / todas ustedes a hacer públicamente:
¡ Alabanza/ loa de nuestros «santos y santas» de cada día !



