Hablar hoy, en plena «era de la comunicación» de esta Torre de Babel moderna que representa la incomunicación puede parecer paradójico, pero desgraciadamente no lo es.
Todos sabemos lo que representa simbólicamente la torre de Babel. Representa la dificultad, sino la imposibilidad que tenemos los humanos de comunicarnos los unos con los otros. Y no se debe a los diferentes lenguajes e idiomas que pueden dificultar o ralentizar la comprensión.
Cierto, las comunicaciones telemáticas son prácticamente universales e instantáneas.
A la velocidad «del rayo» las redes de fibra óptica nos conectan a cualquier lugar del planeta y nos dan acceso a una creciente infinidad de posibilidades de contacto con realidades diversas y personas de todo tipo, pensamiento, ideologías y costumbres.
Este acceso inmenso e instantáneo: ¿nos permite y favorece una mejor comunicación?, ¿nos hace conocernos más? ¿hace que conozcamos realmente nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo o de clase? ¿Permite que sepamos cuáles son los anhelos profundos de los seres queridos?
Es cierto que tenemos noticias de manera inmediata de todo lo que acontece al otro lado del mundo. Los hechos se suceden a velocidad creciente, oímos hablar de numerosos eventos (muchos de carácter catastrófico o negativo).
¿Pero sabemos realmente? ¿Estamos informados, o simplemente tenemos noticias? ¿Nos hemos formado una opinión sólida, bien fundamentada, de manera libre/ personal/ instruida/ contrastada en distintas fuentes independientes, o hemos oído hablar, hemos oído campanadas?
Y, cuando estamos juntos con aquellas personas con las que compartimos: ¿Estamos realmente o sólo compartimos piso/ espacio? ¿Escuchamos o solo oímos? ¿Nos comunicamos o simplemente emitimos/ recibimos informaciones? ¿Tenemos idea de que los ocupa o preocupa? ¿Los conocemos o son totales desconocidos que creemos conocer?
Del mismo modo, como en lo externo, ¿internamente tenemos un real, profundo y auténtico conocimiento de nosotros mismos? ¿Sé quien soy? ¿Sé realmente cuál o cuáles son mis anhelos más profundos? ¿Sé auténticamente que quiero hacer, o que quiero Ser?
¿O simplemente me limito a ir siguiendo lo que otros (padres, educadores, sociedad, etc.) me han dicho que había que hacer, lo que se espera de mí, aquello que me han inculcado?
Y así llegamos al quid de la cuestión: a pesar de (o gracias a) esta profusión de «comunicaciones», esta «sobre información», estamos en plena Torre de Babel, en plena era de la incomunicación.
Mil observaciones corroboran esta afirmación: personas/ parejas cenando juntos en un restaurante que se pasan toda la cena enviando SMS / Whats App a otros, familias compartiendo mesa viendo sólo el televisor, grupos de amigos que hablan todos a la vez sin que nadie escuche a nadie, colegas que te preguntan exactamente aquello que les acabas de explicar, niños que se pasan todo su tiempo ante el ordenador, niños/ adultos que sólo se relacionan con los juegos electrónicos, etc., etc.
Muchas, demasiadas, veces somos como islas lejanas separadas por un mar de incomunicación, castillos con todos los puentes levadizos levantados, habitáculos cerrados impermeables a los demás.
Nos hemos convertido en individuos herméticamente aislados navegando en plena soledad en un mar sumergido de informaciones.
Muchas son las causas y algunas las soluciones.
Veamos hoy algunas causas y en el próximo artículo hablaré de algunas soluciones.
Falta de práctica; mala educación: imposición, formas autoritarias y no respetuosas de hablar; prepotencia del otro; soberbia; miedos diversos (a no ser entendido, a expresarse, a ser menospreciado, a la respuesta abrupta, a la falta de respuesta, etc.); falta de seguridad; a hacer el ridículo; complejos de inferioridad o ignorancia; egoísmo; indiferencia hacia los demás; etc. son sólo algunas de las causas posibles de esta creciente incomunicación.
Incomunicación que nos lleva, si no le ponemos remedio, a una especie de autismo voluntario en el cual cada uno mira sólo su propio «beneficio»,
¡si es que uno puede creer que esta actitud y manera de hacer pueda traer beneficio a alguien!
¿Queremos salir de esta Torre de Babel? ¡ Habrá que trabajarlo !




Porque la buena comunicacion se enseña y se aprende, Miquel Bru es un excelente Maestro-formador ,me enseña a comunicarme con lenguaje positivo , aprendiendo a escuchar para poder procesar y expresar lo que quiero decir ,siempre con respeto. Entenderse es maravilloso.Gracias.