(afirmación o pregunta)
Compartir, de acuerdo, pero ¿que compartir? ¿Compartir qué? ¿Cómo? ¿Con quién?
Fechas importantes estas, a todos los niveles.
Tiempo de reencuentros, de intercambio, de terminación de ciclo y de reinicio…
De iniciar nuevos proyectos y de hacer buenos propósitos para el año próximo…
Quizás de vacaciones cortas, de parada en las actividades habituales…
Tal vez de celebraciones litúrgicas, o bien simbólicas…
También de luces en las calles, de compras navideñas, de cenas y fiestas…
Fechas para compartir tiempo con la familia, con los amigos, con todas aquellas personas que quizás hace tiempo que no vemos, o que no vemos tan a menudo como quisiéramos…
Tiempo de ilusiones…
La pregunta es ¿qué compartir, cómo, con quién?
Compartir todo lo anterior esta bien, muy bien.
Intercambiar regalos en estas fechas es una costumbre (dentro de las posibilidades actuales de cada uno) que nos alegra y que mueve el comercio de manera notable.
Nada que decir en este nivel, pero…
¿Podemos circunscribir a este corto período del año el tiempo de ilusión y de esperanza?
¿Podemos reducir solamente a estas fechas el tiempo de compartir y el hecho de tener una actitud de sensibilidad y de empatía hacia los demás? ¿Sólo en estas fechas deberíamos ser positivos y dejarnos «poseer» por «el espíritu de la Navidad» ? ¿Tenemos de «usar el Corazón» solamente en este tiempo de Navidad?
Cuando llegamos a los días más cortos del año, cuando el período de luz se reduce y la noche se alarga, cuando los días son fríos y permiten que resurjan de lo más profundo de nuestro inconsciente colectivo los viejos miedos, todos los viejos y arrugados miedos…
(inseguridades, a la muerte, a no tener, a perder, a la vejez, a la enfermedad, a no llegar a ser lo que estábamos destinados a ser… ), en estos días oscuros…
celebramos desde tiempo inmemorial que en medio de la oscuridad ¡sigue habiendo luz, que en la noche más oscura siempre hay un rayo de esperanza, que el frío pasará, que el invierno acabará, que la primavera y la fuerza de la vida que la acompaña volverá, que a pesar de las dificultades actuales habrá un mañana mejor!
Y eso lo celebramos de todas las diversas formas que he mencionado antes, y seguramente de otras muchas que yo desconozco…
De manera subconsciente queremos poner luz a la tiniebla, acabar con la noche oscura…
Esta celebración de Vida es extraordinaria, y nos recuerda la maravillosa capacidad del Ser humano de sobreponerse a las dificultades y momentos difíciles. Nos habla de la capacidad de superación innata como humanos. Nos recuerda la inmensa fortaleza interior que nos permite alcanzar retos que sino nos parecerían imposibles.
Esta luz que ponemos de forma simbólica, encendiendo una vela, y los colores vivos (rojos y dorados sobre todo: ¡vida y luz !) con los que decoramos los hogares, los comercios y las calles de las ciudades nos quieren y nos permiten recordar que toda sombra y toda dificultad es pasajera.
Podríamos dejarnos imbuir por los miedos y permitir que la oscuridad ambiental, que existe, (males, crisis, negatividad, etc.) dominase nuestra mente y oscureciese nuestro corazón y ánimo…
¡Pero eso NO pasará! Sobre todo podemos utilizar esta formidable «Fuerza de Vida», el instinto de supervivencia, esta innata capacidad de superación, nuestra (elegida) actitud!
Podemos pues utilizar este «tiempo de Navidad», este tiempo de esperanza e ilusión en alguno de los dos sentidos de la palabra ilusión (tal y como nos dice el diccionario).
- «Engaño de los sentidos o del espíritu que hace tomar por realidad la apariencia» : engañarnos y creer que la «oscuridad» durará siempre y compartir con los demás esta «tiniebla de ánimo y de actitud».
- «Entusiasmo que se experimenta con la esperanza o la realización de algo» : ver, creer y saber ¡que las dificultades, las crisis, las pesadillas terminarán, la oscuridad se desvanecerá, la primavera volverá, y que la Luz continúa estando y siendo aquí bien presente!
Y, así compartir con todos de forma consciente y voluntaria, cada día de manera trabajada, la esperanza, mejor dicho la certeza de que podemos mantener «el espíritu de Navidad» todo el año y superar todas las dificultades y adversidades. Construir, realizar, todos juntos, un mundo mejor y más lleno de posibilidades reales.
Buen «tiempo de Navidad» ¡ todo el año !



